En su frente tiene grabado el símbolo de su fe,
es la juventud de las leonas.
En sus labios lleva tatuado el discurso de las helénas,
es la razón de las que niegan si no hay discusión.
Para ella,
soy mejor que otros hombres
Para mí,
el paraíso rebosa de mujeres
Su insensatez me atosiga
su arrogancia es un reto para los versos de Dios.
A cada insistencia, un interrogante me azuza
a cada mano alzada, una nueva Ley deviene letra.
Hafsa, tu saliva es veneno de miel para mí.
¿cómo confiar en una boca que recita mis pensamientos?
Hafsa, me delatas con tus zarpas de leona.
Me pongo en pie, ¡mi acción está en mi verbo!
Te alejo,
te exilio
te separo de mi herida que azuzas con sal y arena.
¡vete de mí!
Soy Profeta, no domador de fieras
soy Mensajero, no filósofo de ortodoxias rotas
soy Guerrero, no predicador de dioses muertos.
Hafsa, me invades
quiebras cada gesto mío de paciencia,
caigo de rodillas en un infierno
al que accedo por tu puerta.
Hafsa, te necesito
para hacer de esta tormenta
la espina de mi crucifixión
para redimirme de mi piedad caduca.
Hafsa, quiero entender,
dame luz con tu sombra
dame oscuridad con tu fuego.
Vuelve a mí,
yo te pido como siempre
yo te exigo como nunca
antes de todos los hombres,
después de todas las mujeres.
Vuelve a mí,
seré un ángel para tí
y un demonio para mí.
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