V. HAFSA

En su frente tiene grabado el símbolo de su fe,

es la juventud de las leonas. 

En sus labios lleva tatuado el discurso de las helénas,

es la razón de las que niegan si no hay discusión. 


Para ella,

soy mejor que otros hombres

Para mí, 

el paraíso rebosa de mujeres


Su insensatez me atosiga

su arrogancia es un reto para los versos de Dios.

A cada insistencia, un interrogante me azuza

a cada mano alzada, una nueva Ley deviene letra.

Hafsa, tu saliva es veneno de miel para mí.

¿cómo confiar en una boca que recita mis pensamientos?

Hafsa, me delatas con tus zarpas de leona. 


Me pongo en pie, ¡mi acción está en mi verbo!

Te alejo,

te exilio

te separo de mi herida que azuzas con sal y arena.

¡vete de mí! 

Soy Profeta, no domador de fieras

soy Mensajero, no filósofo de ortodoxias rotas

soy Guerrero, no predicador de dioses muertos.


Hafsa, me invades

quiebras cada gesto mío de paciencia,

caigo de rodillas en un infierno

al que accedo por tu puerta.

Hafsa, te necesito

para hacer de esta tormenta 

la espina de mi crucifixión

para redimirme de mi piedad caduca.


Hafsa, quiero entender, 

dame luz con tu sombra

dame oscuridad con tu fuego.

Vuelve a mí,

yo te pido como siempre

yo te exigo como nunca

antes de todos los hombres,

después de todas las mujeres.

Vuelve a mí,

seré un ángel para tí

y un demonio para mí. 

 

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