Cambio de
perspectiva política en Marruecos. El partido islamista pierde adeptos…perdón,
quise decir, votantes. Cuando religión y política van de la mano a veces me
confundo. Decía que, el gran Aziz Ajanouch ha ganado por una diferencia
arrolladora, ha roto con todos los pronósticos en unas elecciones que por
supuesto, han sido denunciadas rápidamente por fraudulentas. Parece que el Sr.
Ajanouch es un magnate y un gran amigo del monarca Alauí. Así lo presenta la
prensa,
aunque bien pensado ¿se puede ser rico en Marruecos sin mantener una amistad
con Mohamed VI? El partido de Ajanouch, Reagrupamiento Nacional Independiente
(RNI) ha logrado satisfacer a todos sus clientes… ¡qué despiste! Quise decir a
sus votantes. Pero cuando la Política y el Mundo Empresarial se enredan, la
terminología se vuelve confusa.
Sería demasiado
fácil decir que el Sr. Ajanouch es un mal político solo por la fortuna que
amasa (no sé si puedo imaginarlo en su casa con un rodillo recorriendo una masa
de billetes con la cara del rey). Pero sí es interesante conocer el contexto en
el que se va a mover el nuevo presidente, porque es la única forma de emitir un
buen análisis sobre su inminente legislatura.
Y ¿qué es
Marruecos ahora…? Un país tocado por la crisis de la Covid-19 que está
acrecentando la pobreza en el reino alauí. La gente que era pobre ahora es más
pobre, no sé si ocurrirá lo mismo con los ricos. El sector turístico se está
recuperando lentamente debido a la pandemia, por cierto, que es el segundo que
más contribuye al PIB marroquí. El impulso de los movimientos migratorios de
menores hacia Europa, como estrategia de la corona, debido a la herida moral
que dejó España por su acogida del jefe polisario Brahim Gali, han reabierto la
herida sobre el Sáhara en una sociedad donde es un tema tan delicado como intocable.
A esto hay que
sumarle el debate acerca de la legalización sobre el Cannabis que permite su uso
clínico. Impensable para el partido islamista a pesar de que suponer jugosos
ingresos para las arcas. Se perseguirá por supuesto el consumo del “kif” de
forma lúdica. Su regulación es compleja,
por la corrupción generalizada y estructural del país, que socava además la
confianza entre la población y las instituciones.
Tampoco olvidemos
que la primavera árabe sigue estando presente en las movilizaciones,
especialmente en las provincias del Rif. El movimiento Al Hirak de 2017 cuestionó
abiertamente la monarquía y su papel, puso sobre la mesa las demandas de una
población joven que por muchos títulos que tenga apenas encuentra trabajo.
Activistas encarcelados y prohibición de las protestas. Zanjada la cuestión con
un ejército que ha barrido de forma brutal cualquier atisbo de alzar la voz. No
son los años de plomo de Hassan II desde luego, pero sí los años de la
globalización y de las redes sociales del pueblo marroquí, algo que creo juega
en contra de un monarca sin reina. Las diferencias entre las zonas rurales y
las urbanas en cuanto a infraestructuras, educación, sanidad son tremendas por
no hablar de las diferencias entre el denostado territorio del nord-este y el
resto del territorio.
Un párrafo aparte
merece el movimiento de las mujeres. Porque no es consecuencia de la primavera
árabe, sino una de sus causas, tampoco es un movimiento nuevo, porque las
mujeres siempre han buscado formas de revertir el orden ahí donde se asfixiaba
su libertad. No perdamos el eje, las mujeres salen a la calle, hablan sin hshouma,
sin vergüenza, de las violencias que viven en primera persona. No recuerdo ni
un día en mis paseos por las calles de Nador (aun siendo una niña) sin
comentarios de índole sexual, tocamientos sobre la ropa y debajo, en mercados, en
espacios personales, en lugares en los que una se cree a buen recaudo. El acoso
sexual es tangible y eso solo habla de su permisibilidad, en el ámbito familiar
y esto significa también entre las mujeres, en la sociedad y esto significa
también con la bendición de la ley.
El código penal
castiga las relaciones fuera del matrimonio con el todopoderoso artículo 490,
también fomenta entre los juristas el matrimonio entre el violador y su victima
y los matrimonios mixtos (entre musulmanes y no musulmanes), siguen penalizados
a menos que se acredite una conversión. La homosexualidad es tabú, aunque por
supuesto no se ha arreglado tan bien como en Irán, donde las cirugías de cambio
de sexo solucionan la cuestión de raíz.
El problema de
Marruecos a mi parecer no es la tradición, no es la cultura, no es ni siquiera
el patriarcado, ni la gestión económica, ni tan siquiera la monarquía a la que
Europa también se empecina en mantener ahí para su sosiego de fronteras, para
su tranquilidad contra el yihadismo. El problema es la pobreza, como decía un
buen filósofo, la pobreza mental, la incapacidad de crear otras y nuevas
posibilidades. Mohamed VI está ahí y es la cabeza visible de esta pobreza que
atañe al pueblo. Pero hay movimiento, hay cuestionamiento, hay indicios de que
la reflexión circula…sin duda Marruecos, su gente, está en el camino de la
riqueza.
Me pregunto de qué
forma el Sr. Ajanouch será capaz de dar espacio y cabida a todo este mundo
social en cambio y sin retorno. Me adelanto quizás diciendo que todo depende de
hasta qué punto priorice su amistad con el rey por encima de la agenda política
social. Las mezclas son interesantes, pero no sé si la que ensambla a
presidente y monarca, puede serlo para el pueblo marroquí. Continuará…
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